La presión no es buena consejera en ningún aspecto de la vida. En el fútbol, con mayor razón. Las exigencias del deporte actual, los objetivos inmediatos, la enorme y voraz competencia hacen que un equipo no tenga tiempo para relajarse o descansar.
San Martín logró retornar a la máxima categoría después de casi 10 años; de inmediato eliminó a Patronato y se metió en otra fase de Copa Argentina y como frutilla del postre, le ganó a Atlético la serie de clásicos amistosos. Pero nada alcanzó para saciar el apetito de sus hinchas.
La Superliga arrancó torcida, los resultados no aparecieron; San Martín comenzó a correr desde atrás, casi desde las gateras. Todavía no ganó, se quedó sin entrenador y nunca pudo dejar el último lugar en la tabla de promedios del descenso. Para colmo, en medio de ese cóctel maldito, Boca lo eliminó de la Copa Argentina; como si algo le faltara a un momento de terror.
Por eso, cuando la carrera ingresa en la recta final antes del receso de fin de año, en La Ciudadela casi que salen a jugar cada partido con la calculadora entre las manos; aunque en el plantel prefieran bajarle los decibeles a la cuestión.
“Necesitamos ganar nueve partidos. Con 27 puntos nos quedamos en Primera”, asegura Adrián Arregui sobre un objetivo dificilísimo, aunque no imposible, claro.
En este tipo de escenario, donde inconscientemente la presión juega un duelo aparte, más que nunca se necesita de una mente fuerte y sana. Por eso, ese es uno de los puntos a trabajar antes de recibir al Racing goleador e imbatible. “Debemos trabajar en lo anímico, volver a creer en nosotros para poder ser el equipo que fuimos en la pretemporada, ese que jugaba de igual a igual en todos lados”, pide Franco Costa, autor del primer gol “santo” en la Superliga.
“Nueve partidos, 27 puntos”, afirma Arregui sobre 18 juegos o 54 unidades; lo que indica que San Martín debe sumar el 50% de los puntos en juego.
“Hay que ganar muchos partidos, pero no podemos pensar más allá. Primero hay que apuntarle a Racing y tratar de lograr el primer triunfo. Hay que ir paso a paso, sin desesperarnos”, asegura Álvaro Fernández.
Bajo presión, en San Martín le ponen el pecho a la situación, porque la esperanza es lo último que se pierde.